El lunes vimos la película: “Buda
explotó por vergüenza”, que trata sobre la educación y las
escuelas en Afganistan.
(link de la película en
Youtube)
Para mí ha remarcado lo que hasta
ahora sabía y suponía era la educación en países como
Afganistán. Donde los niños raras
veces van a la escuela, quedándose en casa haciendo las tareas del
hogar, ayudando a sus madres, o cuidando de sus hermanos, en
especial las niñas, ya que la educación no es necesaria para el
papel que van a desarrollar a la edad adulta.
Los afortunados que consiguen ir a la
escuela no tienen un camino señalado y asfaltado que les conduzca
sanos y salvos a clase, lo digo literalmente también. Los niños
son muy independientes, desde edad temprana, y no viven bajo el ala
de los padres como ocurre en los países europeos. Tiene que buscarse
la vida y apañárselas solos. Niños de seis años que tienen más
independencia que algunos de veinte y saben desenvolverse en el día
a día, donde su infancia ha sido robada.
En esos países prima la férrea
devoción por la religión, lo que conlleva a las guerras, que se ven
reflejadas en los más pequeños, pues aprenden lo que ven. Los
niños maman del terrorismo, el machismo, las desigualdades y la
religión. Al tener unos recursos tan limitados son mucho más
conscientes de lo que tienen, y se esfuerzan por conseguir lo que
quieren, no como los niños de España, que abren la boca y tienen
todo lo que quieren, sin valorarlo ni ganárselo.
Es por eso que las escuelas se
consideran un “privilegio”, pero nada tienen que ver a las de
los países europeos. Lo poco que se aprende se considera un tesoro,
aunque impartan las clases en el campo. Se lo toman muy en serio,
con responsabilidad, y si alguno falla, es castigado severamente. No
como aquí, que con dos palabras se ha solucionado todo.
Son necesarios más profesores (en
especial profesoras) en esos países para poder ayudarles a salir de
ese estancamiento social y cultural, enseñar que los niños
deberían estar en el colegio aprendiendo, no en casa limpiando, para
poder aspirar a algo más cuando sean mayores.
Tras ver la película, me he dado
cuenta de lo desagradecidos que somos, quejándonos constantemente
del nivel educativo que tenemos, que si los profesores son unos
plastas, que si menudo rollo hacer tareas en casa, que se está mejor
con el móvil o con el ordenador... y nos da igual asistir a clase o
no, estamos deseando que acabe cuanto antes la clase para salir
como alma que lleva al diablo,hacemos las tareas a medias y de mala
gana, no atendemos en clase, nos perdemos en la Luna de Valencia...
Y después queremos aspirar a buenos puestos de trabajo, donde no
haya que hacer mucho esfuerzo, se cobre bien y haya vacaciones.
¡Señores! Una buena colleja nos hace falta para bajarnos de las
nubes. Deberíamos estar muy pero que muy agradecidos de las
facilidades que tenemos para estudiar, el nivel educativo de nuestro
país y las capacidades del profesorado y las materias que se
imparten a lo largo de la vida de un niño, con la suerte que un niño
de nuestro país puede estar en un centro educativo desde los tres
años (sin contar las guarderías).
Para todos aquellos que dijeran que
menuda “mierda” ir a clase, o que porquería de asignatura o tal
y pascual.... les recomendaría que viesen o esta película o
cualquier otro documental sobre la educación de esos países, para
que se les fuese la tontería por un segundo y fuesen personas
coherentes por solo un instante.
Además hemos visto otro documental:
“El sistema educativo en Finlandia”. Un fuerte contraste en
relación a lo visto anteriormente.
(link del documental de
Youtube)
Me ha resultado interesante, algunas
cosas veía igual a la educación en España, pero en especial me ha
llamado la atención la especial importancia que le dan a la
participación del alumno en el aula. Así ayudas al alumno a
desarrollar sus ideas, exponerlas en la clase (así se suelta a
hablar en público, los demás pueden aprender o aportar más ideas a
la suya, a la vez que hace más amena y entretenida la clase,
obligando al alumno a permanecer atento en todo momento).
A la vez que un profesor está dando
clase, hay otros profesores veteranos escuchando toda la clase y al
final de la misma le dan consejos, le hacen correcciones y posibles
mejoras para más adelante. Es decir, los profesores también
aprenden, están mejorando continuamente, no se quedan en un punto
fijo.
La gran diferencia que he visto en
cuanto a comparar con España, es el tema de la competitividad. Allí
les enseñan desde pequeños a esforzarse al máximo, exprimen todas
sus capacidades y les marcan el camino de a dónde tienen que llegar
y todo lo que tienen que pasar para conseguirlo. En España vamos
todos más perdidos, no tenemos muy claro lo que queremos hacer o
para dónde tirar. No nos esforzamos, vamos a lo seguro, a lo
“sencillo”, no pensamos en destacar, en aspirar a más, contamos
con seguir al montón, al mismo nivel. (Siempre habrá alguna
excepción, claro está. Igual que habrá muchos finlandeses que sean
balas perdidas y no sepan lo que quieren o directamente pasen de
todo). Además, esto simplemente es una humilde opinión de una
alumna de Bellas Artes, pero yo la digo.
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