miércoles, 20 de abril de 2016

18/4/2016 Película "La clase".


El lunes hemos estado viendo la película “La clase”. “Entre les murs”.de Laurent Cantet.
En ella se muestra el día a día de un profesor de instituto, y a las situaciones que tiene que enfrentarse en cada clase.
Tras visionarla hemos anotado una serie de preguntas en relación a la película.
Para mí el profesor no ha perdido la autoridad, se mantiene en su posición, haciéndose valer entre los alumnos. Al principio se le ve un poco perdido, tanteando a la clase, conociendo los puntos débiles de cada uno.
Era capaz de resolver los problemas que iban surgiendo de la mejor forma posible. Evitaba enfrentarse a los alumnos directamente. Al contrario, había veces que incluso les seguía el juego, para ganárselos y lograr su propósito, encaminando de nuevo la clase a su cauce normal.
Los chicos y chicas deben comportarse en el aula, aunque a esa edad es difícil centrarse en algo que no sea uno mismo y tus amigos, ni qué decir tiene el pensar en las clases... eso es impensable. Pero deben saber que hay unas normas que deben acatarse, sino ahí tienen la puerta. Las clases se intentan hacer lo más amenas posibles, pero se hagan de una forma u otra siempre habrá desacuerdos.
Los profesores tienen que tener una paciencia increíble. Controlar una clase de 20-25 alumnos, cada uno con su historia, sus problemas, sus cualidades... Está solo ante el peligro. Y tiene la misión de hacer que esos chicos y chicas salgan por la puerta sabiendo un poco más que el día anterior. Es una tarea nada sencilla. Pero los alumnos también tienen que poner de su parte. Sino el barco se hunde sin remedio. El profesor tiene que enseñar y respetar, y el alumno tiene que dejarse enseñar y respetar por igual. Creo que un profesor no debería tirar la toalla con ningún alumno, aunque sea el más pesado, toca-narices, y pasota de la clase. Debe ganárselo, demostrarle que vale la pena esforzarse. El alumno a su vez tiene que ver que el profesor no es el malo,no es su enemigo, no va a “joderle” suspendiéndolo o mandándolo trabajos dificilísimos, no va a por él. Entiendo que a esas edades eso es imposible no pensarlo, porque a todos nos ha ocurrido. Pero cuando pasan unos años, y echas la vista atrás, te das cuenta de lo equivocado que estabas al pensar que los profesores existían para hacer la vida imposible a los chavales.

Personalmente me ha puesto de los nervios las actitudes de los alumnos, hay que tener mucha paciencia, saber cómo lidiar con ellos, imponer tu autoridad para que no te toreen, saber cómo tratar a cada alumno, conociendo su personalidad y sus necesidades. Hay que saber entenderlos, saber que son sacos de hormonas descontroladas, en su mundo de adolescente y que todo les trae al pairo, sobre todo las clases, y siempre siempre verán al profesor como al malo, un aburrido, un “cabrón” que va a por ellos y quiere suspenderlos y hacerles la vida imposible mandándolos deberes y poniendo exámenes complicados.
Tienes que estar mentalizado de que cada alumno es único y es un mundo. Tienes que saber cómo tratar a cada uno. Y saber a quien dedicar más tiempo.
Tienes que ganarte su confianza, pero siempre manteniendo los límites, que distingan su posición.
Aparte de los alumnos, también hay que lidiar con los padres, que también son otro mundo y tienes que estar preparado para cualquier cosa.
En conclusión, yo habría (y lo haré en un futuro, seguro, segurísimo) empezado a despotricar en la sala de profesores al no verme capaz de hacerme con el control y sentir que me torean y no me toman en serio. Tengo paciencia, pero hasta un límite.


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